ActionCOACH Lic. María Inés Morán
Cuando el científico de la Universidad de Stanford, Walter Mishel, en
1972 quiso conocer si un grupo de niños de cuatro años de edad, podían resistir la tentación de comerse un
malvavisco en el momento y esperar 15 minutos para recibir dos mas en lugar de otro
inmediatamente, descubrió, en base a sus resultados, que algunos
individuos podían postergar la
gratificación instantánea para disfrutar de un éxito mayor a posteriori.
El experimento del malvavisco se ha repetido a lo largo de los años y con
mayor alcance, investigando cómo ha sido el desempeño de esas personas en su
vida adulta. Se ha demostrado que
quienes pudieron postergar el placer instantáneo mostraron mayor éxito a la
hora de tomar decisiones en su vida personal y profesional. ¿Puedes extrapolar
esos resultados a tu propio negocio y tu vida?
Pareciera ser muy sencillo: aplaza la gratificación inmediata enfocándote
en el éxito consolidado y tendrás resultados extraordinarios. No se trata de fuerza de voluntad, sino del
autocontrol que debemos cultivar como un importante músculo intelectual.
¿Te has puesto a pensar que muchas decisiones que tomamos, incluso en
nuestro negocio, las hacemos para
recibir resultados inmediatos?, ya sea
contratar un equipo de marketing, llevar a cabo una negociación, o sustituir
talentos en la empresa. Una gerencia robusta debe saber interpretar los tiempos, para no apresurarse a tomar decisiones que
afectan negativamente el desarrollo posterior de la organización.
En más de una ocasión he observado cómo se quiere renunciar a una
estrategia o a un individuo sin dar tiempo a que se consolide la curva de
aprendizaje. No me
malinterpretes: no se trata de postergar sin más. Hablo de que tomar medidas
sin tener en tu mano los números y resultados de la estrategia o persona, puede
llevarte a tomar decisiones erradas. La impulsividad definitivamente no lleva a
nada bueno,
Te quiero comentar el caso de Alberto, quien manejaba un grupo de
empresas de servicio. Aunque muy competente, era una persona de temperamento
nervioso e irascible, que estallaba cuando observaba que su negocio tenía
alguna dificultad o quizás estaba siendo superado por la competencia. Su
frustración la drenaba con la comida y eso sumaba problemas de salud que se
convertían en otra fuente de preocupación. Todo un círculo vicioso.
Un año de trabajo de coaching más tarde,
Alberto no solo corrigió aquellos aspectos de
su empresa que no trabajaban como se esperaba, sino que aprendió cómo la
autodisciplina le conducía a mejores resultados. Tal como pregonó Mishel en sus
resultados cuatro décadas atrás sobre el autocontrol de la conducta: "Nosotros
no podemos controlar nuestro mundo, pero, sí que podemos controlar cómo
pensamos y nos comportamos acerca del mismo."
Definitivamente, para poder disfrutar de los negocios o una vida más
sana, hay que esperar un buen rato, que a veces se nos hace más largo de lo que
quisiéramos, pero, al final, obtendremos el doble de ese malvavisco que tanto
ansiamos, que te pondrá ante otra realidad de tu vida o tu negocio
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