ActionCOACH María Inés Morán
¿Te has sentido atrapado en el dilema de esforzarte en levantar tu
negocio, y perderte momentos preciosos como el acto de fin de año de los hijos,
el cumpleaños de la abuela o el partido
de béisbol de tu hijo?
Uno de los mayores retos que tenemos delante de
nosotros es equilibrar el quehacer
profesional con la vida familiar, que
nos permita disfrutar ambos espacios y otorgar el valor que cada uno se merece.
¿Crees que puedes, además de conciliar el trabajo con
la familia, sacar el mayor provecho de
los talentos y posibilidades de cada uno
para conducirlos por el camino a la excelencia?
Pues, al igual que tu negocio, la dirección que tome
tu núcleo familiar depende en gran medida de los objetivos que diseñen en
equipo, de los valores que manejen y la disciplina que se impongan.
La autora y psicopedagoga estadounidense Virginia
Satir, resume el ambiente que debe prevalecer en las relaciones familiares,
señalando que los sentimientos de valor sólo pueden florecer en un ámbito donde las diferencias individuales son
apreciadas, los errores son tolerados, la comunicación es abierta y las reglas
son flexibles.
Aunque no hay un método universal para lograr el
equilibrio, el escritor Stephen Covey delinea algunos hábitos de conducta que
presenta la familia que trabaja en objetivos claros, con una metodología
precisa y un liderazgo que la mantiene enfocada y cohesionada. Veamos:
Los procesos familiares están llenos de cambios,
algunos tan veloces que parece como que apenas ayer nuestros niños comenzaban
en su escuela elemental y hoy se marchan a la universidad. No hay que esperar
que los eventos se abalancen sobre tu familia, tenemos que ser proactivos.
Pero cuando surgen las inevitables desavenencias, hay que actuar tal como lo
haces en tu negocio: "mente fría y analizando todos los caminos", de
esa manera debes reaccionar en base a los valores y principios que has escogido
como rectores en el hogar.
Es necesario formular en equipo las metas
familiares, que expresen lo que cada miembro considera imperioso para
el éxito personal y asumirlo como un trabajo común para todos. Claro que la
comunicación es un elemento fundamental en todo el proceso.
Si existe una cultura que define la sociedad actual es
su relativismo, que nada tiene que
ver con el respeto a los valores y opiniones de los otros, sino a que todo
resulta moral, ética o socialmente aceptable. Pues un hábito de las familias
efectivas es rescatar los valores de compartir tiempo de calidad, mantener
rituales que den estructura, colaborar juntos en las tareas de la casa. Hay que
recordar que es en la familia donde se consigue la fortaleza moral que los
guiará a lo largo de la vida.
En algún momento, todos hemos compartido con alguna
familia donde cada miembro vive en su propio micro-cosmo y, por lo
general, todo el peso del hogar recae en
uno de los padres, en una relación en la que muchos ganan y uno pierde. ¿No te
parece que cada individuo con el que convives debe entretejer relaciones sanas
donde el dar y el recibir se convierta en un "negocio" de ganar-ganar?
"Hay que buscar entender antes que ser
entendido", decía el Fraile
Francisco de Asís, en la Italia
del medioevo, pensamiento que delinea uno de los hábitos de las relaciones
sanas, pues esto es, simplemente, evitar
caer en juicios que pueden ser altamente nocivos para las relaciones familiares
y nos aparten de los objetivos en común. De
pequeña, mi madre me enseñó las palabras mágicas de la delicadeza: "por favor; gracias; te quiero;
disculpa; bien hecho," En general, es esencial crear un
clima de comprensión y amabilidad en el núcleo familiar.
La correcta correlación de todos los miembros, brinda
seguridad que permite superar con éxito cualquier desafío. Esta sinergia
ofrece alternativas exitosas para la autoprotección y la defensa de los
intereses del grupo, en un clima honesto, donde las diferencias son elementos
que contribuyen al crecimiento familiar.
Lo ideal es que las relaciones con nuestros parientes
sean saludables y exitosas a lo largo de toda la vida, para ello, hay que estar
atentos para renovar y fortalecer regularmente las cuatro principales
dimensiones: cuerpo, mente, corazón y alma. Lo que Covey denomina Afilar
la Sierra, que,
aplicado a tu círculo íntimo, se traduce en hacer lo necesario para reforzar la
conexión familiar, buscando el equilibrio entre la dimensión física, mental,
emocional y espiritual. Frases como “Ánimo familia, estamos a las puertas de
grandes logros, sabemos que juntos podemos,
lo hemos logrado hasta ahora”, son importantes cuando parece que la
incertidumbre se muestra en el horizonte. Sin duda que la victoria se disfruta
mejor cuando se comparte en familia.
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