Actioncoach Lic María Inés Morán
Esta lapidaria frase se refiere
al hermoso, pero peligroso, momento en que nuestro emprendimiento comienza a
crecer y se hace necesario ampliar el número de colaboradores y empleados. El
dueño delega algunas de sus funciones y comienza a comportarse más como un
gerente, uno muy laborioso por cierto, corrigiendo los errores que por lo
general se comenten dentro de la ascendiente organización.
En Latinoamérica resulta muy común que, en los pequeños negocios, el
emprendedor continúe siendo el administrador o gerente, a tiempo completo, de
su negocio por lo que podría declinar su sueño de poder disfrutar de
independencia financiera y la libertad de su tiempo.
Fíjate que todavía no hemos dicho que se comporta como dueño, y la razón
es muy sencilla: continúa profundamente involucrado con el funcionamiento de su
emprendimiento, aunque ahora desde el punto de vista gerencial.
Esta situación es, lo que Brad
Sugars, en su libro "Millonario en
Entrenamiento", denomina El Nivel
2: El Gerente, una trampa empresarial en la que quedan atrapados muchos
emprendedores.
¿Cuál es la diferencia entre un gerente y un dueño de negocio, además,
claro está, de las ganancias y la libertad de su tiempo?
La más llamativa es que el gerente es un empleado a cargo de la dirección
de alguna organización, donde planifica y presupuesta, pone orden, elimina
riesgos, vela por el corto plazo, para lograr la mayor productividad en su
área. El empresario compra, crea u organiza una o varias empresas, y mantiene
su control estratégico.
En esta etapa, es muy común que la empresa crezca sin obedecer a un plan,
en ocasiones como consecuencia de las
utilidades que ya está arrojando y pareciese lógico que el dueño/gerente
considere que al aumentar el número de empleados podrían también crecer los ingresos.
Un error que puede costarle el negocio completo. Rechaza el mito de que
"los grandes negocios se relacionan a cuantas personas estás
empleando".
No obstante, sí es necesario que busques colaboradores así que, en este
punto, te animo a que no contrates a personas que "puedas dirigir"
sino aquellos que creas que tienen capacidades extraordinarias en su campo.
Conozco el caso de Doña Leonor, la directora/fundadora de una Escuela
para Señoritas. Para ella era un asunto de honor ofrecer la charla
introductoria a los padres que van a buscar información para inscribir a sus
hijas, ya que estaba convencida que su presencia, su charla como dueña del
negocio, era lo que persuadía a los padres, en última instancia, en confiar a
su institución la educación y el resguardo de sus hijas. Pero enfrentó un
terrible dilema cuando su ausencia en el negocio era inevitable para acompañar
a su hija, residenciada en Europa desde hacía cuatro años, en el parto de su
primer nieto. Leonor no sabía cómo conciliar la agenda de sus dos grandes
proyectos: su familia y el negocio que había levantado hace treinta años atrás,
el cual no había dejado de atender personalmente. Sin embargo, comprendió que
si quería verdaderamente disfrutar de su familia, era necesario establecer un
sistema de ventas y entrenar a un equipo de profesionales quienes se encargaron
de hacerle frente al período de inscripción de alumnos y ¡Oh, Sorpresa para
Leonor! hasta se incrementó en 5% el número de la matrícula.
De modo que en lugar de hacer crecer tu empresa hasta la muerte, ¿no te
parece que es mejor convertirte en líder, conseguir las personas adecuadas,
entrenarlas y que ellas dirijan el negocio por ti?
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