ActionCOACH Lic María Inés Morán
Hace
muchos años tuve la oportunidad de tratar con una de las vendedoras natas mas increíbles
que he conocido en mi vida: Andrea era una mujer que ciertamente tenía el típico
espíritu de vendedora: optimista,
visionaria y tomaba riesgos, parecía
que el lanzarse a la búsqueda de cosas nuevas era la vitamina de todos sus
días.
Pero
Andrea estaba dentro de una organización cuyo dueño, Roberto, tenía un perfil
completamente diferente y hasta contrario al de su vendedora. No cabe duda que Roberto
quería incrementar las ventas de su empresa, pero él, era una sumamente
precavido, clásico, rutinario, y todas las nuevas ideas con la que Andrea
inundaba las reuniones de alineación semanal le parecían un exabrupto. Muchas
veces le aconsejó a la joven Andrea que si quería triunfar se adaptara a las
normas, reglas y procedimientos, así como la aplicación del las reglas
tradicionales de ventas.
Sin
embargo, ese remolino de ideas que era Andera, un día consiguió que una radio
local les cediera un espacio para conversar sobre tópicos comerciales y, a tal fin, Roberto debía participar del espacio radial. Ya sea
por miedo escénico, falta de visión, o terquedad simple y pura, el empresario
declinó la oferta aduciendo que tenía que invertir mucho tiempo en ella.
Unos
meses después Andrea -que era una optimista irremediable- propició un programa de alianzas estratégicas
con otros negocios que no representaban competencia para la firma, pero que
implicaba una serie de reuniones entre los directores comerciales de ambas
empresas pero una vez más Roberto no le pareció adecuado.
Por
tercera vez la emprendedora Andrea, luego de hacer un estudio de mercado local,
propuso que el material publicitario de la empresa, estuviera presente en
aquellos negocios que frecuentaban sus potenciales clientes, pero el director,
junto a otros vendedores, objetó la idea porque podría dar la imagen de "publicidad ansiosa".
¿Supones
que conoces el final de la historia? pues sí. Andrea, ya abrumada por la
completa falta de apoyo, se abrió camino en otras empresas más flexibles y
permeadas a la participación en equipo.
Lamentablemente, muchas empresas asesinan buenas ideas solo
por el miedo, o juicios preconcebidos. Si tienes un empleado que decide compartir
algunas de sus ideas de negocios, merece que al menos lo escuches y evalúes las
ventajas o no de que se apliquen. En todo caso puedes guiarte por la regla de
oro de "probar y medir".
Apoyar
a los empleados que demuestran iniciativa propia refuerza su sentido de
pertenencia y de cumplimiento en su trabajo, lo cual se extiende a otras áreas
del negocio. Déjate contagiar por un equipo que toma riesgos y apóyalos, verás
crecer tus utilidades.
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